8.10.06

En octubre del 2005

Y a las 3 la muerte lo arrojó al espacio.
Y se dió cuenta que se fue sin decir
algunas cosas y hacer otras.
Y me moviliza que un extraño llamado León
llene mis ojos con lágrimas que cubran su adiós.

Mientras se huele en el cuarto su despedida
en el aire dambula carne quemada;
y el continuo golpe del electroshock que resuena en mi cabeza
como el perfecto tic-tac del un reloj.

Y recordé su confusión al llamarme Ana;
y recuerdo su vieja, cansada y suave piel al ponerle su último abrigo.

Sus ojos se cerraron y me di cuenta que se había ido
porque en el cuarto, mientras todos dormían, no escuché
su costoza respiración.
Ana está durmmiendo y yo llorando a su marido muerto.