8.5.06

LAS GUERRERAS TAMBIEN LLORAN

Elegante, con una remera escotada
los hombros al descubierto
y actitud que pareciera siempre de alerta;
caminaba sin espada por la cuidad moderna.
Escondía detrás de la oscura tela
una herida que sangraba invisible.
Su corazón se vaciaba,
y en cada paso perdía un poco más de ese amor
con el cual peleó y la peleó.
El sol calentaba tímidamente;
sin ayuda ella se sentó en un parque abandonado
y se tapó la cara con las dos manos.
Gotas salinas mojaron la tierra
filos metálicos cortaron el duelo.